Ángel García Lorente
Hoy viernes ha fallecido, tras valerosa lucha contra la enfermedad, el Dr. Ángel García Lorente. Como todos los grandes hombres, conocedor durante estos últimos tiempos de su situación, supo afrontarla con suma elegancia y discreción.
Nacido en Zaragoza en 1946, cursó los estudios de medicina en la Facultad de su ciudad natal con excelentes calificaciones, y con el afán de superación que siempre le ha caracterizado eligió para cursar la especialidad de Medicina Interna una de las mejores instituciones del país en esos momentos: la Clínica Puerta de Hierro de Madrid. En el transcurso de su segundo año de residencia clínica vislumbró las inmensas posibilidades diagnósticas de la Radiología, “amor a primera vista” no dudó en cambiar de especialidad, convirtiéndose en uno de los mejores radiólogos clínicos de su época.
Tras breves periodos como facultativo en los prestigiosos hospitales de Cruces (Bilbao) y La Fe (Valencia), siempre con el deseo de volver a su querido Aragón, en 1975 se incorporó al Departamento de Radiología y Medicina Nuclear de la Casa Grande de Zaragoza, hoy Hospital Universitario Miguel Servet, contribuyendo durante más de 35 años, con su compromiso y dedicación habituales, al creciente prestigio del Departamento, liderado por el Profesor Fernando Solsona, que siempre se preocupó por atraer conocimiento y rodearse de los mejores.
Jefe de sección de Radiología Ósea, junto con los Doctores Francisco Martes y Antonio Oliver, este felizmente aún entre nosotros, fue el responsable del gran nivel que esta parcela alcanzó en la Casa Grande, en una época que puede definirse como una de las más brillantes y significativas en el campo de la Traumatología y Ortopedia, con los Doctores Enrique Pelegrín, Antonio Herrera, Luis García-Dihinx, Jesús Martínez Villa y Javier Vicente, entre otros.
Ángel, historia viva del “decisivo” Departamento de Radiología, como gustaba denominarlo el Profesor Solsona, aunando diligencia e inteligencia supo guiar con gran acierto la transición desde la radiología convencional hasta las modernas técnicas de imagen que iban surgiendo progresivamente a lo largo de los años: ecografía, tomodensitometría (TAC) y resonancia magnética, avances que implicaron una mejora sustancial en el diagnóstico y tratamiento de la patología del sistema musculoesquelético.
Hombre de diálogo y de consenso, siempre afable y cortés, enamorado de la docencia, contribuyó a la formación de un gran número de radiólogos, entre los que me cuento, transmitiendo con generosidad y entusiasmo no solo sus profundos conocimientos de clínica y radiología, sino también una actitud positiva y risueña ante la vida. Su despacho en el edificio de Traumatología era centro de reunión de compañeros y colegas que acudían a presentarle sus dudas y a solicitar su opinión en los casos complejos.
Persona no solo de gran cultura, sino también sabio, sencillo, como los hombres geniales, era un buen conversador y un gran amante de la lectura y el estudio. Los viajes y las excursiones a lo largo y ancho de todo Aragón, del que era un gran conocedor, constituyeron otra de sus aficiones.
Su gran pasión fue la familia. Junto con Teresa, su fiel compañera y su gran pilar en los momentos más duros, crearon un hogar y una familia ejemplares. Patricia, Oscar y Ruth, sus hijos, su mejor obra, junto con sus ocho nietos, son buena muestra de ello, constituyendo un perfecto reflejo de las cualidades espirituales y personales que han adornado la trayectoria vital de sus padres.
A todos ellos, a su hermano Fernando, también radiólogo, les transmitimos en estos momentos nuestras condolencias y mayor afecto.
Admirado y respetado por sus colegas y residentes, fuente de inspiración inagotable para ellos, querido por sus pacientes y amigos, amado por su familia, Ángel se ganó el aprecio y el cariño de todos los que le rodeaban.
Dr. Luis H. Ros Mendoza
Servicio de Radiodiagnóstico
Hospital Universitario Miguel Servet